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May2020Con uno mismo. Día 65.
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May
Día 65 de confinamiento. Domingo 17 de mayo.
Desescalada. Fase que sea. Comenzamos a salir. Con más o menos posibilidades, con franjas horarias, sin franjas, con cita previa, con aforos limitados, a un km del domicilio o a más… pero siempre con algunas medidas de seguridad y protección: Mascarilla. Guantes o bien limpieza habitual de las manos. No tocarse la cara. Y sobre todo distancia social.
Mientras esto termina de ir averiguándose, mientras nos hacemos a la situación nueva, mientras nos inmunizamos una gran franja de la población o mientras no aparece una vacuna, parece que las circunstancias nos van a obligar a que se modulen las conductas sociales, especialmente en la cuestión de las distancias y el aforo de los lugares, iglesias incluidas.
Esperando con verdadero deseo que no se prolongue demasiado en el tiempo, y aunque el fastidio es evidente, aunque tiene algo de antinatural eso de no poder acercarse a otros, aunque es extraño a nuestra manera de ser mediterránea lo de no besarse, abrazarse ni saludarse con afecto, ya digo, con la extrañeza de todo esto y una natural resistencia de que tenga que ser así (por no mencionar las sospechas y las inseguridades de que nuestros políticos estén intentando engañarnos y manipularnos para sus espurios intereses), todo esta situación en la que por salud estamos obligados a la distancia social, me lleva a pensar que hay que hacer de la necesidad virtud, y tratar de buscar las posibilidades que abre esta extraña situación de estar distanciados de otros.
¿Son ustedes de los que les gusta hacer cosas solos? Ir al cine, a tomar un café, a un museo… ¿o les da así como reparo, vergüenza o extrañeza? Quizás con todo esto, obligados, no cabe si no descubrir esos pequeños placeres de la soledad. A mí me gusta hacer algunas de esas cosas solo, aunque he de reconocer que también acompañado, por supuesto. Si hace unos días hablábamos de la soledad en casa, quizás en los próximos meses nos toca descubrir las posibilidades de ciertas soledades en la calle.
El caminar, la cultura, el pensamiento con uno mismo. Rezar, escucharse, sentirse, ahondar. Pararse, oler, mirar, sentir. Leer. Escuchar música. Estar con uno mismo.
Obligados como estamos y deseando poder estar con los otros, quizás esta situación –que repito esperemos pase cuanto antes- puede ser también una oportunidad de descubrir mundos fascinantes con uno mismo.