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Blog Tiempo regalado

Vicente Niño Orti, OP

de Vicente Niño Orti, OP
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15
Abr
2020
La Caja de los Recuerdos. Día 33.
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Día 33 de confinamiento. Miércoles. 15 de Abril

 

Todos tenemos una caja de recuerdos. Suele ser una caja de zapatos, o una caja antigua de galletas, o una caja de puros en la que guardas fotografías, recortes, cartas antiguas, algún recuerdo de un viaje, una postal quizás, un llavero antiguo, quizás billetes o monedas de otro país. A veces tiene memorias de lugares, de sitios vistos, entradas de un teatro, una piedra recogida en algún lugar especial, una concha de una playa, un ticket de un museo, una factura de un bar. Hay también cajas de recuerdos “virtuales”, esas carpetas del disco duro con fotografías de hace años que nos hablan de personas, de momentos, de vidas que fueron.

En el fondo, lo que de verdad llena las cajas de los recuerdos son nombres, son personas. Cada recuerdo de un lugar, un momento, una experiencia, está asociada a un nombre. Lo que llena nuestros recuerdos siempre de un modo u otro son los otros. Un lugar es tal por con quien lo visitamos. Un recuerdo es tal, por con quien lo vivimos. Son los otros, los nombres de los otros, los que pueblan nuestra memoria. De nombres están llenas las cajas de los recuerdos.

Estos días de confinamiento están siendo días más que propicios para visitar nuestras cajas de recuerdos de uno u otro tipo. Días para revisitar fotografías, memorias, lugares, personas. Días en los que miramos atrás. Quizás cuando poco hay que hacer, solemos mirar atrás. A lo que fue, a lo que pudo ser y nunca fue, a lo que quizás abría el ayer, pero no vivimos, o lo que sí, lo que elegimos, lo que optamos, lo que nos hizo ser quienes somos, lo que llega hasta hoy. Lo que nos hizo daño. Lo que nos llenó de alegría. Lo que dolió. Lo que dió vida.

Dice esa frase antigua que la verdadera patria de un hombre es su niñez. Es algo parecido a decir que quizás la verdadera identidad de uno son sus recuerdos. Lo que nos hace ser quienes somos, lo que nos da nuestro nombre, nuestro reflejo, nuestra identidad, es la memoria de lo que hicimos, lo que vivimos, lo que amamos, lo que sufrimos, lo que conocimos, lo que quisimos, lo que nos trajo hasta aquí, hasta hoy.

El futuro, el mañana, se llenará de recuerdos de hoy. Nuestra caja de recuerdos seguirá ensanchándose. Lo que seamos mañana, lo que recordemos mañana, depende de lo que hoy vivamos, de lo que hoy hagamos. Como lo que hoy somos, es fruto de lo que ayer vivimos.

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14
Abr
2020
Días grises. Día 32.
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Día 32 de confinamiento. Martes 14 de abril.

 

Por aquí hay tormenta hoy. El cielo está de un gris de acero nada halagüeño y llevamos toda la tarde que llueve y para, llueve y para. En otras circunstancias podría ser bonito el reflejo de la lluvia, los juegos de luces y hasta el frescor del agua de lluvia, pero sin embargo el día es gris. Muy gris. Hoy la lluvia no es una serena capa de agua que invite al silencio y el recogimiento, al sueño y al ensueño, parece más bien la tormenta un inmenso yunque opresivo y pesado en el ambiente.

Supongo que en esta situación de confinamiento es más que normal que haya días grises, días como este, en el que todo está saturado en el ambiente, tenso, oscuro, pesado. Y más tras treinta y dos días, que se dice pronto.

La imagen de la electricidad en el ambiente por la tormenta, también se presta a la analogía. Está el ambiente cargado. A cualquier roce se prende. Todo está como a la espera de que rompa, y es casi que más opresivo que realmente si todo estallara en rayos y truenos. No pasa realmente nada, pero está ahí como una sombra expectante que pesa en el aire.

Pero es más que normal. Decían indicaciones de psicólogos al comienzo del confinamiento, que situaciones así son lo más normal del mundo. Con un poco de sentido común se comprende –y así lo vivimos- que esto de quedarse en casa no son unas vacaciones, o al menos ese estado de ánimo no está siempre presente, por lo que días tensos, saturados, opresivos, son normales. No es malo permitirse días grises. En la situación que vivimos –casas, niños, trabajo, familias, parejas, comunidades, enfermedad, tensión…-  lo raro sería que no los hubiera.

Si como hemos dicho alguna vez, esta situación es una buena imagen de la vida cotidiana pero densificada, congelada, parada -lo cual permite un estudio o un análisis más en detalle para poder aprovechar este tiempo y que sea un tiempo regalado para crecer, pensar, mirar mejor la vida-, los días como hoy nos recuerdan que en cualquier vida hay días grises, que son normales, que es parte de la existencia, que no todo es sol y brillo, energía y luz, y que el ánimo tiene sus fueros que hay que aceptar, acoger y simplemente vivir. Aunque sean grises.

Pero cuidado. Que no se quede ese ambiente por mucho tiempo dentro. No se puede olvidar que después de la tormenta vuelve a salir el sol. Que la luz brilla tras el gris. Que lo saturado, lo denso, lo pesado, lo abrumador, también se disipa. Y más en estos días de Pascua de Resurrección. La vida, la luz, la alegría, el amor, la libertad, se acabarán imponiendo. Siempre.

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13
Abr
2020
Música. Día 31.
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Día 31 de confinamiento. Lunes 13 de abril

 

Hace años en Radio Clásica de RNE había un programa –ya no recuerdo su nombre- en el que cada semana, a cuenta de una conversación amigable e inteligente con un personaje público más o menos conocido –escritores, jueces, políticos, intelectuales, médicos, investigadores, etc.- se iba programando una serie de piezas musicales que ese personaje había seleccionado para ese rato de charla y música.

Siempre pensé qué piezas de música hubiera elegido yo para una cosa como esas, y es que la música está muy presente en mi vida habitual pre-confinamiento y no podía ser de otro modo, que en esta situación lo estuviera también.

Llevamos ya un mes en casa, y esto de la música si en su caso no ha sido fundamental, en el mío tengo que reconocer que sí. De hecho, hay casi una constante banda sonora en el día a día que acompaña los distintos momentos del día. Es evidente que cada momento tiene su tipo de música y no soy yo alguien que rechace casi ningún género. Lo mismo ópera, que música celta, que clásica, que pop, rock, jazz, y hasta radiofórmula. Algún tipo muy muy contemporáneo quizás no lo pondría adrede nunca. Pero vamos. Que escucho casi de todo.

Tiene un valor sanador y relajante la música –ya saben eso de que amansa a las fieras- pero también una potencia creadora que ilumina la imaginación, que es capaz de ser el mejor fondo para la lectura, la meditación, el escribir, el ocio, el trabajo y casi que hasta como inductora del sueño.

Es capaz de elevarnos, de trascendernos, de inspirarnos, de sostenernos, de revitalizarnos, de serenarnos, de entretenernos. La música habla lo mismo a la mente que a los sentidos que al corazón que al espíritu. Es casi tan alimento como la comida o la lectura para las personas. Y en esta situación, necesitamos alimentar todas nuestras dimensiones.

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12
Abr
2020
Celebraciones. Día 30.
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Día 30 de confinamiento. Domingo 12 de abril

 

No por estar confinados hay que dejar de celebrar las cosas que son importantes.

Hoy todos los cristianos celebramos el Domingo de Resurrección, el día más importante del año en la fe de los creyentes. Hoy recordamos, revivimos, nos zambullimos en el misterio de la Resurrección de Cristo. Y no como algo que pasó sin más hace dos mil años, sino como algo, una experiencia, la central de toda la historia, que tiene consecuencias en el aquí y en el ahora, en medio de esta pandemia, para todo el mundo y para cada una de las personas. Los efectos de la Resurrección de Cristo son infinitos y eternos, tocan a cada ser humano que ha sido, que es y que será. Cómo sean esos “efectos”, cada uno ha de buscarlos, identificarlos y ponerlos a funcionar.

Pero no solo tenemos celebraciones religiosas. Aunque tras cada celebración que no es religiosa late un pulso similar a las de la fe: el del agradecimiento, la alegría y el don de la vida. Toda celebración en el fondo se parece, porque comparte la idea de don y regalo, de vitalidad, de disfrute, de reconocer que las cosas que vienen de fuera y que nos hacen disfrutar, son siempre inmerecidas, pero son las que más sentido tienen y las que de más sentido llenan nuestra vida.

Sin duda de las celebraciones que estos días recordaremos siempre, son los cumpleaños. Esos 18 años cumplidos en estos días de mi sobrino, los ochenta y tantos (no los diré..) que hace hoy mismo de mi padre, los de aquel fraile que se dedica al derecho y es buen amigo, también los de un par de frailes de mi comunidad, los de amigos y amigas con los que he compartido algún o algunos momentos importantes… pero tantos y tantos otros que nos recuerdan que aún en medio de esta situación, hay razones de peso para celebrar.

Esta situación nos recuerda lo fundamental de la vida. Con un pastel de cumpleaños soplado de forma virtual, con un cumpleaños-feliz cantado a través de pantallas de móvil o de ordenador, con un brindis improvisado, con un regalo artesano o de último momento, con un mensaje o una llamada, nos recordamos lo fundamental que es celebrar para nosotros. También confinados. Porque es fundamental seguir dando gracias por la vida. La de cada año que cumplimos, y la de la vida que no acaba de la Resurrección.

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11
Abr
2020
Organizados. Día 29.
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Día 29 de confinamiento. Sábado 11 de abril.

 

Tras casi un mes de esta situación, confinados en casa cuidándonos y cuidando de los demás, los roles y las habilidades que aporta cada cual a la vida dentro de las casas, se han definido ya de manera suficientemente clara. Está el que le toca –y le gusta pese a las quejas- cocinar, el manitas que le toca los arreglos, el que lo suyo son los postres, el dulce y la repostería, el que se dedica a mantener el orden y la limpieza, el animador que lo mismo te busca una película que recupera el dominó o saca un juego de mesa que estaba medio perdido por los altillos de los armarios, el proveedor que se ocupa de ir al supermercado, el que cuida de los niños, el que no hace más que teletrabajar o el que lo suyo es escaquearse y no estar nunca cuando toca hacer algo.

En el fondo, cada casa se ha convertido en una pequeña comunidad natural donde las responsabilidades, aun compartidas, siempre son guiadas y lideradas por alguien. Creo que una casa, una familia, una comunidad que funciona sin demasiadas influencias externas, es la mejor experiencia –análogamente, es evidente- de cómo debería funcionar una sociedad orgánicamente estructurada y organizada, y quizás si este tiempo de confinamiento pudiera servirnos para algo más, sería para no confiar en utopías progresistas vendehúmos que olvidan la natural manera de organizarse las sociedades.

En estos días que escuchamos cómo políticos de pelaje variado tratan de aprovecharse de esta situación –unos vendiéndose, otros atacando, otros aprovechando la situación…- toca más fuerte que nunca reafirmar la manera libre y autónoma, natural y orgánica de ordenar nuestra vida. No queremos experimentos, no queremos falsas ideologías, lo único que nos gustaría a la gente normal y sencilla de este país, es que pudiéramos organizarnos como se organiza una casa y una familia: con responsabilidades compartidas y repartidas, con serenidad, inteligencia y cabeza, buscando el bien común y respetando a cada uno, con naturalidad, sensatez y cuidado, aportando lo mejor de cada uno al todo, y sin tratar que todo sea conforme a lo que uno solo cree y piensa que deberían ser las cosas… pero respetando también el liderazgo natural que tiene que ver con el servicio más que con el poder.

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10
Abr
2020
Silencio. Día 28.
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Día 28 de confinamiento. Viernes 10 de abril.Viernes Santo.

 

Viernes Santo. Día de silencio y espera. De sinsentidos aparentes. De muerte y fracaso. De dolor y silencio. De no saber y no ver, de no entender. Silencio. Pero un silencio cargado de espera y de esperanza. Confiado, lleno de fe. De esa fe profunda y honda del ser humano, que sabe, que siente, que pre-siente, que es imposible que la vida humana, que la vida de Jesús, sea sólo eso, acabe así. Es necesario vivir la muerte, el sufrimiento, en el misterio profundo de la experiencia de la Pascua, para que la vida se imponga, para que el amor se cumpla, para que la plenitud y la salvación lleguen, para acoger la Resurrección

Es imposible que el sinsentido termine venciendo, Dios es un Dios de vivos, no de muertos. Es humanamente inconcebible que todo acabe así… Pero aun así, la evidencia del momento y del tiempo concreto tienen su peso y su dolor. Es necesario vivir la muerte, el sufrimiento, en el misterio profundo de la experiencia de la Pascua, para que la vida se imponga, para que el amor se cumpla, para que la plenitud y la salvación lleguen. Sólo quien vive en fidelidad podrá sobreponerse a la muerte, sólo el que vive de fe y de esperanza alcanzará las promesas de vida, sólo quien entrega su vida por amor recuperará su vida, sólo tras pasar por el misterio de la Cruz, Dios devuelve la vida Jesús, y una vida inimaginable antes, la vida plena de la Resurrección. El amor ha de ser, por fuerza, mucho más fuerte que la muerte, pero hoy vemos y nos puede, en su inmensa densidad, el silencio y la muerte en cruz del Señor.

Viernes Santo. Silencio. Muerte. Y esperanza.

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9
Abr
2020
Getsemani. Día 27.
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Día 27 de confinamiento. Jueves 9 de abril.

 

De la liturgia y celebraciones del Jueves Santo me conmueve con una especial emoción la Hora Santa. Ya saben. Acompañar en oración, en memoria y símbolo, a Jesús en el Huerto de los Olivos, Getsemaní. Ese momento de profunda soledad, de profundo dolor, de miedo, de humanidad, de prueba.

Tras la cena, Jesús se lleva a sus más íntimos – Pedro, Santiago y Juan- a que le acompañen mientras él ora. Ellos se quedan medio dormidos. Él se aleja un poco para rezar rostro en tierra. Sabe que está todo ya medido. Que el acto final de su vida comienza. Y se siente profundamente solo y abandonado. Ni a su Padre Dios parece sentir. La confianza de ayer se ha tornado miedo. Angustia. Hasta sudar sangre.

Me conmueve profundamente el miedo, la soledad, la necesidad de amistad, de consuelo, la angustia. Pero más aún me conmueve su fortaleza, su profunda inclinación a seguir adelante, a seguir buscando, a seguir entregándose.

Sé bien por qué hoy, en esta situación de confinamiento, ese dolor, ese miedo, ese vacío se me representa con el rostro de quienes sufren el golpe del COVID19 con saña. Getsemaní, el Huerto de los Olivos, está en las UCIs, en los hospitales, en las residencias de ancianos. Y también en las casas tras la muerte de un familiar, o sin poder acompañarles en su agonía, sin poder despedirse, en los tanatorios, en las morgues de hielo y silencio.

Y solo cabe el silencio. Y pedir la fortaleza para ellos que muestra Jesús aun en medio del dolor.

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8
Abr
2020
El valor de los clásicos. Día 26
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Día 26 de confinamiento. Miércoles 8 de abril

 

Pues yo no diré que no. Netflix, HBO, series, estrenos, y todo lo que ustedes quieran, están bien, desde luego, y en este tiempo de confinamiento seguro que algún que otro rato de entretenimiento, y hasta algo de calidad se puede encontrar. No seré yo quien lo niegue, no, pero donde estén los clásicos, que se quite lo demás. No puedo decir otra cosa. El cine de después del año 2000, con pinzas. Después del 2010 con una en la nariz. Salvo excepciones claro está.

Tardes en esta situación en la que no queda otra que sofá, libro, televisión o pantalla, de cuando en cuando, buscar una película es más que buena opción. No va a ser todo deporte, limpieza o cocina.

Si se dan una vuelta por redes sociales, post, revistas y blogs, tendrán una amplísima oferta de títulos. Estos días vías whatsapps han circulado muchas listas de películas en abierto en redes para ver, con el valor conjunto de ser títulos clásicos.

Es Semana Santa asi que los clásicos vinculados con la historia sagrada siempre han sido un valor en este tiempo. Ben Hur, La Túnica Sagrada, Rey de Reyes…

Con niños, no lo duden, vayan a lo seguro, Disney, y además a los de siempre. Nada de modernidades. Busquen además quizás los menos conocidos: Tod y Toby, La Espada en la Piedra, Robin Hood o Los Tres Caballeros.

Más. John Ford siempre es un valor que no defrauda. El hombre tranquilo, Centauros del Desierto, la trilogía de la caballería.

Bogart sin duda es siempre una opción. Pero los nombres son inacabables. Katherine Hepburn, Cary Grant, Alfred Hitchcock, Errol Flynn, Orson Welles, Anthony Mann, James Stewart, Burt Lancaster, Rock Hudson, Charlton Heston, John Wayne, y tantos y tantos otros.

Con el cine pasa como con casi todas las cosas importantes de la vida. Lo clásico es lo mejor.

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7
Abr
2020
Mens sana in corpore sano. Día 25
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Día 25 de confinamiento. Martes 7 de abril

 

El cuerpo es mucho más que un regalo que tenemos. Somos cuerpo, nuestra identidad es una identidad encarnada, hecha carne, y no podemos separar quienes somos de esta realidad física en la que nos reconocemos.

Esa enseñanza y experiencia profunda del cristianismo que nace de la experiencia del mismo Jesús, tiene muchas más consecuencias de las que nos imaginamos. La tradición dominicana lo sabe bien desde el mismo santo Domingo en sus disputas con los albigenses -y después con santo Tomás-, y supone una alabanza, una acción de gracias y una profunda valoración positiva de todo lo físico, lo corporal que va mucho más allá del ejercicio físico.

¿A qué viene todo esto? Puede algún perdido lector preguntarse. Pues a que en estos días de confinamiento, quien más quien menos, no ha dejado de hacer sus pinitos en la cocina.

Mens sana in corpore sano es uno de esos adagios latinos que todos nos sabemos pero que siempre relacionamos con el deporte y la actividad física. ¿Por qué no con lo que comemos? Mens sana in corpore sano, también con lo que comemos.

Cocinar, comer, preparar, cuidar lo que comemos, para nosotros y para los demás, no deja de ser –si se hace, como venimos diciendo en este Tiempo Regalado, con los ojos adecuados, con la reflexión oportuna, con el sentido afinado, con la conciencia de que las cosas pueden ser más de lo que parecen- mucho más que un mero acto fisiológico. Cocinar y comer, como cualquier actividad humana, es o puede ser mucho más que alimentarse, beneficiosa no solo para el cuerpo, sino también para el espíritu.

Se dice siempre que el ingrediente secreto de un plato no es otro sino el afecto, el cariño y el amor que se le pone, es decir, la atención, el cuidado, las ganas de que guste, de que salga bien de que otros –o uno mismo- lo disfruten de veras.

Con ese deseo hoy les ofrezco una receta sana y rica. Para uno y para hacer algo más felices a los demás. Para cuidar el cuerpo y el espíritu.

Lasaña de Calabacín

Ingredientes para tres personas

  • 3 calabacines
  • ½ kilo de carne picada
  • 1 cebolla
  • ½ pimiento
  • ½ vaso de vino blanco
  • Salsa de Tomate
  • Sal, Pimienta, Orégano, Nuez moscada
  • Queso rallado

Elaboración:

             Tras picar la cebolla y el pimiento, los sofreímos en una sartén hasta que estén pochados. Añadimos la carne picada y cuando cambie de color, añadimos sal, pimienta, nuez moscada y orégano al gusto. Vertimos el vino blanco y dejamos a fuego fuerte hasta que el alcohol se evapore. Después añadimos salsa de tomate, dejamos un par de minutos al fuego, y reservamos.

             Por otro lado hemos pelado los calabacines, cortados en láminas ni gruesas ni finas, salándolas y dejándolas escurrir y secar sobre papel. Las pasamos por la plancha lámina a lámina hasta que estén doradas y pasamos a montar la lasaña en una fuente de horno.

             Montamos con una base de tomate, una capa de láminas de calabacín, una capa de la mezcla de carne picada, otra de calabacín, otra de carne, otra de calabacín, una de salsa de tomate y cubrimos todo con el queso rallado.

             Metemos al horno puesto en grill durante unos diez minutos aproximadamente.

             ¡Y listo! Se recomiendo acompañar con un vino al gusto.

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6
Abr
2020
La naturaleza a sus anchas. Día 24
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Día 24 de confinamiento. Lunes 6 de abril.

 

Primero fue Venecia, con imágenes de delfines recorriendo sus hasta hace unas semanas sucísimos canales, después un precioso video de un cervatillo jugando con el mar en las playas de Andalucía. Llegó también una foto de un inmenso arcoíris que cruzaba toda la Bahía de Cádiz y luego otro video de un jabalí con sus jabatos recién nacidos cruzando con calma y serenidad unas calles, a plena luz del día, de un pueblo pareciera que del Norte. Me cuenta una amiga que una pareja de patos ha decidido usar su piscina como lugar de descanso y hoy me envían también noticia con video de cómo un grupo de delfines juegan y nadan frente al mismo Tenerife, y todo ello no hace sino dejar la idea y la sensación que, sin tanta presencia y fragor humano, la naturaleza se queda más tranquila, más serena, más a sus anchas.

No vale la respuesta fácil de la amenaza humana y que somos para el planeta una enfermedad y demás discursos panfletarios de la ideología del ecologismo radical, que no se sostienen por ningún lado, y que lo único que defienden al final es eliminar al ser humano o la humanidad de la tierra. Pero sí que cabe que en este confinamiento caigamos en la cuenta que a veces nuestra relación con la naturaleza no es precisamente la más adecuada. A veces se nos pierde que somos guardianes, que vivimos en profunda conexión con ella, y que lo que sufre –o se recupera- ella, nos afecta a nosotros. Y que demasiadas veces no la vivimos, la miramos, la atendemos con el respeto y el cuidado que necesita.

No sabemos esto del virus cómo se originó y hemos visto demasiadas películas de pandemias y científicos, pero ciertamente que hay algo de justicia poética en como con nuestro confinamiento, en esta primavera que hace renacer todo, pareciera que la naturaleza tiene ganas de renacer con más confianza, con más seguridad, con más calma, en parte protegida por nuestra ausencia momentánea. Ojalá sirva este tiempo también para pensar en que otra forma de estar en el mundo, una conversión ecológica, es necesaria para el tiempo que vendrá después.

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