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Vestidos para la ocasión. Día 10
0 comentariosDía 10 de confinamiento. Lunes 23 de marzo
Siempre me han parecido fascinante esas películas y novelas que pasan en mansiones británicas en medio de la campiña inglesa, esas historias tipo Agatha Christie o PG Wodehuse, tipo Alfred Hitchcock, tipo Chesterton, tipo Enyd Blyton. El ambiente eduardiano que relatan, a medias elegante a medias snob, es sumamente inspirador, y una de las cosas que siempre me han resultado curiosas, pero que empiezo a entender en este confinamiento, es cómo para cada situación, cambian de ropa. Vestirse para desayunar, para salir a montar a caballo, para jugar al golf, vestirse para el cóctel, vestirse para la cena o para jugar la partida de cartas. Vestirse en cada ocasión, de manera adecuada.
Y digo que lo ando entendiendo en estos días, porque está siendo parte de una sana rutina, vestirse según qué actividad del día toque. Nunca me ha gustado esa opción, -en fin de semana, en vacaciones, menos aún en este tiempo recluidos- de andar con el pijama puesto el día entero, o con el bañador del tiempo estival todo el tiempo vacante. En estos días es parte de la rutina de actividades el vestirse apropiadamente: vestirse para el trabajo vía videoconferencia, vestirse para hacer labores de casa, vestirse para hacer algo de deporte, vestirse para estar simplemente en el salón viendo noticias o vestirse para comer o cenar. Cada momento del día, cada actividad requiere su etiqueta, y en pleno confinamiento, es parte del no abandonarse a un tiempo informe y desorganizado, que podría convertirse este tiempo.
En el fondo hay una intuición mayor que la del mero ordenar el tiempo sin fronteras del confinamiento, y es esa cierta convicción, de que no todos los momentos son iguales, que los hay de distinta calidad y densidad, y que cada momento requiere sus formas, sus reglas, sus maneras de estar, y su propia indumentaria como expresión externa de esa manera de estar, de comprender, de mirar cada momento.
Es la convicción igualmente de que las formas externas, la estética, los modales, todo lo mejor que ha dado la civilización, en suma, es de una profunda sabiduría basada en el respeto y el cuidado del tiempo, de uno mismo y de los demás que nos ha hecho ser mejores, y que tiene la virtualidad de seguir haciéndolo.