Abr
Sabbath. Día 22
0 comentariosDía 22 de confinamiento. Sábado 4 de abril
No todos los días son iguales, aun cuando en este confinamiento parezca que este tiempo que se dilata, expande y encoje, nos haga repetir día tras día las mismas claves. En medio de todo esto, tenemos que saber distinguir un lunes de un viernes, y un fin de semana de un día laborable. Igual que en los tiempos litúrgicos se nos regala días de relajo en el adviento o la cuaresma, en este tiempo regalado de estar encerrados en casa es sano distinguir y vivir de modo distinto un martes de un domingo.
En la vida ordinaria no vivimos igual un miércoles –que toca madrugar y trabajar al día siguiente- que un sábado, que entre peli y amigos nos permitimos trasnochar y amanecer algo más tarde en el día siguiente. No vivimos igual un cumpleaños que una jornada de reuniones. No vivimos igual, parece obvio, las vacaciones que las semanas laborables.
Y aquí, encerrados, que nos toca intentar seguir viviendo de la mejor manera posible, es más que bueno distinguir. Y seguir viviendo con la más normalidad que se pueda. Separar, distinguir y discernir.
Los sábados siempre han sido días de descanso, de familia, de juego, de amigos. Día de descanso en una clave profundamente bíblica. Y hay que permitírselos. Regalarse momentos distintos, buscar que el estrés de esta situación se rebaje algo es más que sano. Levantarse más tarde, un aperitivo especial, una tarde distinta, un momento de descanso.
Si el tiempo que se nos regala, no sabemos hacerlo concreto, pequeño y real, no vamos a estar aprovechándolo y, si para algo nos puede servir esta situación, es para que lo concreto siga siendo una apertura a la vida. Cada momento puede ser un regalo. Incluso un sábado confinados.