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Os queremos. Día 4
0 comentariosDía 4 de confinamiento. Martes 17 de marzo.
Mi familia es una familia amplia, y –por las circunstancias de la vida- solo uno de mis hermanos está pasando el confinamiento a solas. Los demás, quien más, quien menos, estamos pasando estos días con los nuestros, con el resto de la familia, bien la de elección, bien la de sangre. Buscamos entre todos, que estamos lejos unos de otros, cada día, un hueco para vernos o escucharnos –maravillas de la técnica-, y así darnos las noticias personales del día, las mil cotidianeidades, el ánimo, el humor o la paciencia para estos días, en definitiva, el cariño de los tuyos. Es una manera de que esta cuarentena extraña que nos ha recluido fuera de la vida ordinaria y dentro de las casas, sea menos fría, menos gris, menos solitaria.
Eso en la lejanía, en la cercanía de las casas, tratamos de que una cierta normalidad dentro de la anormalidad, se adueñe del día a día. Rutinas, trabajo, lecturas, comidas, tareas cotidianas, descanso, ocio, juego, algo de ejercicio, conversación, silencios y oración, horarios… No tiene uno la sensación de vacaciones, pero tampoco de tiempo usual. Es la sensación extraña de que la vida normal se ha detenido, para dar lugar a una vida fuera de la vida conocida, a la que nos tenemos que hacer, de la que nos tenemos que adueñar, que tenemos que hacerla aún nuestra sin saber muy cómo se hace eso, moviéndonos por intuición, por lo que otras veces nos ha servido, por lo que somos, por cómo somos.
Y ese cómo somos en estos espacios reducidos y cerrados, se muestra con más normalidad y con más nitidez de lo habitual. Los gustos, las costumbres, las querencias. Las reacciones, los intereses, las inquietudes. Los hábitos, las ideas, los prejuicios. Las convicciones, las opiniones, las emociones. Supongo que es la experiencia de cómo esa multitud de claves que a lo largo de un día normal vivimos y compartimos con tanta gente y no sólo la nuestra, se da toda junta, toda próxima, toda cercana, y con nuestra gente. Y supongo que toca también recordar que esa gente que quieres, a veces, sólo a veces, no tiene por qué ser igual a ti, pero que es la tuya, y que la quieres.