Mar
Lluvia y Silencio. Día 17
1 comentariosDía 17 de confinamiento. Lunes 30 de marzo
Por aquí llueve y en estos días de confinamiento, sin apenas coches en nuestras calles, con el mundo ralentizado en su actividad, mirando desde las ventanas al mundo detenido, envuelto en un jersey que deja atrás el fresco de este fin de marzo y de esta primavera recién comenzada, el rumor de las gotas en las ventanas y el silbido del viento en las ramas del jardín próximo resuenan con ecos de silencio.
Tras una tarde de lluvia el mundo parece siempre más limpio y nuevo. Quizás son reflejos en la memoria de la historia de Noé y el Diluvio, pero ciertamente todo huele de otro modo, brilla de otro modo, tiene la virtualidad de ser de otro modo.
Quizás es el mismo rumor cadencioso de la lluvia –tap, tap, tap- el que logra ese efecto en la mirada de uno. El rumor cadencioso de la lluvia –tap, tap, tap- serena y calma, y nos hace salir de uno mismo, haciendo que nuestra mirada sea más clara, más honda, más detallada.
Quizás contemplar llover, escuchar caer la lluvia –tap, tap, tap- nos llena de silencio, y es siempre el silencio el que purifica nuestros sentidos. Se ve mejor. Se escucha mejor. Se huele mejor.
Todos los grandes místicos han sabido eso. El silencio no es ausencia de ruido –las melodías infinitas, las salmodias, la repetición de mantras, las músicas de concentración-. El silencio es ausencia de ruido interior, de pensamientos, de ideas, de palabras que van y vienen y chocan y saltan y cruzan aturdiéndonos. El silencio nos dispone interiormente para escuchar mejor, para ver mejor, para sentir mejor.
Hoy en día, en una cierta influencia oriental, muy rollo new age, la meditación, el mindfullnes, el yoga, nos invitan al silencio para mejorar nuestras vidas, pero se quedan a medio camino. El silencio nunca es un fin en sí mismo, y menos puede ser el fin sin más el buscar con ese silencio el bienestar ególatra personal. El silencio es disponer el interior para ver mejor, para escuchar mejor, para sentir mejor, para pensar mejor, vaciados un poco de nosotros mismos, vaciados de todo lo que no nos deja ser nosotros mismos.
La lluvia ayuda al silencio.