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Las cosas que crecen solas. Día 12
0 comentariosDía 12 de confinamiento. Miércoles 25 de marzo
Son estos días de confinamiento la mar de apropiados para aprender cosas nuevas o para intentar esas cosas que siempre nos han atraído pero que nunca nos hemos puesto manos a la obra a ellas. En mi caso, que siempre me han gustado las cosas que crecen solas de naturaleza - los bosques, los jardines, las flores, las plantas-, ha sido el momento de ponerme a ese antiguo y elegante arte que es el de la jardinería. Y es que ya decía Cicerón que quien tiene un jardín y una biblioteca, lo tiene todo, ideal pues para estos días que vivimos centrarse en ambas claves: libros y plantas.
Ya sea –quien tenga la suerte de tener un jardín en condiciones- en un terreno amplio y verde y vivo, ya sea en una terraza de ciudad, ya sea simplemente un par de plantas de ventana o de interior, el cuidado de las cosas que crecen solas no es sólo sano para el entretenimiento laborioso –limpiar, podar, cuidar, regar, mimar, trasplantar, alimentar, sanear- sino me atrevo a decir que para quien lo haga con atención y desde lo hondo de la mirada, sano igualmente para el espíritu.
Varrón, Plinio, Catón, Columela o Paladio, ya en la Roma clásica, amén de Cicerón o Virgilio, hablaban del jardín y las plantas como solaz del alma, consuelo del cansancio, disfrute de los sentidos, serenidad para el ánimo.
Mirar con atención cómo nacen las flores, cómo crecen los brotes, cómo las hojas se renuevan, ayuda a tomar distancia también de nuestras preocupaciones más cercanas y ver que los ciclos de la naturaleza, la densidad de la realidad más allá de lo humano -pero siempre desde nuestra mirada humana que no hay otra salvo quizás la de Dios-, nos ayuda a ganar en paciencia y perspectiva, algo que en esta situación es profundamente necesario.