Abr
Celebraciones. Día 30.
0 comentariosDía 30 de confinamiento. Domingo 12 de abril
No por estar confinados hay que dejar de celebrar las cosas que son importantes.
Hoy todos los cristianos celebramos el Domingo de Resurrección, el día más importante del año en la fe de los creyentes. Hoy recordamos, revivimos, nos zambullimos en el misterio de la Resurrección de Cristo. Y no como algo que pasó sin más hace dos mil años, sino como algo, una experiencia, la central de toda la historia, que tiene consecuencias en el aquí y en el ahora, en medio de esta pandemia, para todo el mundo y para cada una de las personas. Los efectos de la Resurrección de Cristo son infinitos y eternos, tocan a cada ser humano que ha sido, que es y que será. Cómo sean esos “efectos”, cada uno ha de buscarlos, identificarlos y ponerlos a funcionar.
Pero no solo tenemos celebraciones religiosas. Aunque tras cada celebración que no es religiosa late un pulso similar a las de la fe: el del agradecimiento, la alegría y el don de la vida. Toda celebración en el fondo se parece, porque comparte la idea de don y regalo, de vitalidad, de disfrute, de reconocer que las cosas que vienen de fuera y que nos hacen disfrutar, son siempre inmerecidas, pero son las que más sentido tienen y las que de más sentido llenan nuestra vida.
Sin duda de las celebraciones que estos días recordaremos siempre, son los cumpleaños. Esos 18 años cumplidos en estos días de mi sobrino, los ochenta y tantos (no los diré..) que hace hoy mismo de mi padre, los de aquel fraile que se dedica al derecho y es buen amigo, también los de un par de frailes de mi comunidad, los de amigos y amigas con los que he compartido algún o algunos momentos importantes… pero tantos y tantos otros que nos recuerdan que aún en medio de esta situación, hay razones de peso para celebrar.
Esta situación nos recuerda lo fundamental de la vida. Con un pastel de cumpleaños soplado de forma virtual, con un cumpleaños-feliz cantado a través de pantallas de móvil o de ordenador, con un brindis improvisado, con un regalo artesano o de último momento, con un mensaje o una llamada, nos recordamos lo fundamental que es celebrar para nosotros. También confinados. Porque es fundamental seguir dando gracias por la vida. La de cada año que cumplimos, y la de la vida que no acaba de la Resurrección.